Fue el que me regaló la cuna donde dormía, la cual guardo esmeradamente hasta que llegue el momento de ser madre. Así se lo prometí y así lo haré. Así quiero que sea.
Crecí rodeada de sus libros de cálculo, diarios, mayores contables en los que hacia sus registros, sobres y cuartillas con membrete, escrituras de fincas, contratos de compra-venta, poderes notariales que le daban plena facultad…De todo ello guardo algún que otro libro, un diccionario viejísimo al que se le puede considerar como una reliquia, un diario sin estrenar y la máquina de escribir, la cual me enseñó a utilizar siendo apenas una analfabeta dispuesta a emprender el arte de la escritura (aún recuerdo el dolor en el dedo meñique…Odio la A le decía yo a mi abuelo y me dejaba hacer trampas…)
Recuerdo las tardes de lluvias invernales en la casa de campo. El olor a café recién hecho en la candela, el sabor de la leche acabada de ordeñar, aún caliente. Allí nos contaba sus hazañas en las playas de Cartaya cuando hizo el servicio militar. Tiempos difíciles que amainaba con los ratos libres en los que podía llegar hasta el pueblo y hacer uso de su galantería. Le encantaba recordar sus viajes a Sevilla con su traje de chaqueta y su sombrero de ala ancha en el único taxi del pueblo. Adoraba esa ciudad y me enseñó a adorarla…
Recuerdo las primeras tardes de verano sentado en el patio de la casa rodeado de geranios, rosas y un jazminero que llenaba con su olor todos los resquicios del Turismo Castilla y León.
Recuerdo sus ojos inmensamente azules, su risa permanente, sus manos grandes endurecidas por el campo y doradas por el Sol que con los años empalidecieron y se volvieron blandas. Recuerdo el calor de sus manos…Sus historias infinitas, su forma de llamarme…Recuerdo su estilo de vida, su humanidad, su alegría, su derroche, su cariño, su actitud de payaso altanero…Recuerdo su carácter…
Me acabo de sorprender sentada en el salón de casa, a altas horas de la noche, mirando su foto que descansa en uno de los estantes de la repisa del salón y siento una inmensa satisfacción por haberle conocido. Me siento plenamente orgullosa por haber heredado su carácter, por haber pasado tanto tiempo junto a él y…para terminar…
lo hago con una de sus frases: Vamos a dormir que ya es hora de que los ángeles hagan su trabajo.
< http://www.turismoenzamora.es/
Crecí rodeada de sus libros de cálculo, diarios, mayores contables en los que hacia sus registros, sobres y cuartillas con membrete, escrituras de fincas, contratos de compra-venta, poderes notariales que le daban plena facultad…De todo ello guardo algún que otro libro, un diccionario viejísimo al que se le puede considerar como una reliquia, un diario sin estrenar y la máquina de escribir, la cual me enseñó a utilizar siendo apenas una analfabeta dispuesta a emprender el arte de la escritura (aún recuerdo el dolor en el dedo meñique…Odio la A le decía yo a mi abuelo y me dejaba hacer trampas…)
Recuerdo las tardes de lluvias invernales en la casa de campo. El olor a café recién hecho en la candela, el sabor de la leche acabada de ordeñar, aún caliente. Allí nos contaba sus hazañas en las playas de Cartaya cuando hizo el servicio militar. Tiempos difíciles que amainaba con los ratos libres en los que podía llegar hasta el pueblo y hacer uso de su galantería. Le encantaba recordar sus viajes a Sevilla con su traje de chaqueta y su sombrero de ala ancha en el único taxi del pueblo. Adoraba esa ciudad y me enseñó a adorarla…
Recuerdo las primeras tardes de verano sentado en el patio de la casa rodeado de geranios, rosas y un jazminero que llenaba con su olor todos los resquicios del Turismo Castilla y León.
Recuerdo sus ojos inmensamente azules, su risa permanente, sus manos grandes endurecidas por el campo y doradas por el Sol que con los años empalidecieron y se volvieron blandas. Recuerdo el calor de sus manos…Sus historias infinitas, su forma de llamarme…Recuerdo su estilo de vida, su humanidad, su alegría, su derroche, su cariño, su actitud de payaso altanero…Recuerdo su carácter…
Me acabo de sorprender sentada en el salón de casa, a altas horas de la noche, mirando su foto que descansa en uno de los estantes de la repisa del salón y siento una inmensa satisfacción por haberle conocido. Me siento plenamente orgullosa por haber heredado su carácter, por haber pasado tanto tiempo junto a él y…para terminar…
lo hago con una de sus frases: Vamos a dormir que ya es hora de que los ángeles hagan su trabajo.
< http://www.turismoenzamora.es/